Cuando no podemos concretar la última despedida con nuestro ser querido y debemos vivir nuestro duelo en las dimensiones de nuestro hogar el dolor se hace inmenso, pudiendo así experimentar angustia, ansiedad, desesperanza y/o un profundo dolor. 

Hoy en día son más personas las que consultan a especialistas tras la experiencia de pérdida. De manera que algunas de las preguntas que más repiten nuestros pacientes en duelo son: ¿cómo dejar de sentirme triste?, ¿cuándo terminará este dolor?, ¿por qué me siento culpable?

Para comprender esto, es útil recordar ciertas prácticas cotidianas que repetimos en el transcurso del tiempo y a lo largo de nuestras vidas. Por ejemplo, desde pequeños aprendimos a no llorar “porque tenemos que ser fuertes”. Constantemente somos sometidos a calificaciones y evaluación que miden nuestro valor: somos buenos o malos hijos, parejas, amantes, alumnos, trabajadores, etc. 

Una vez que ocurre el fallecimiento de un ser querido nos resistimos a llorar y hablar de lo que sentimos, pensando que puede molestar a otros o que llorar nos puede generar algún daño u otro malestar. Por otro lado, cae sobre nosotros el propio juicio y evaluación sobre lo que hicimos bien o mal o lo que pudimos mejorar, apareciendo una molesta carga de culpa y malestar.

Estas emociones pueden aparecer de manera más intensa en una contingencia mundial como la crisis sanitaria actual. Esto, ya que además del estrés ocasionado por la experiencia de pérdida, se viven otro tipo de complejidades como dificultades económicas, laborales, sociales, de salud y dificultades en la convivencia dentro del hogar. 

A la vez, existen limitaciones como el ​distanciamiento social que imposibilita realizar ceremonias y rituales funerarios con normalidad o el impedimento de visitar a nuestros seres queridos en centros de salud, lo cual impacta directamente en nuestro proceso de ir aceptando la realidad de la pérdida. Junto a esto, las cuarentenas dificultan el apoyo social, agente esencial de afecto y contención.

Ante estas dificultades, ​se recomienda:

1. La realización de homenajes desde el hogar​, sobre todo si no existió la posibilidad de asistir a las ceremonias del fallecido. Estos homenajes se pueden realizar utilizando elementos significativos del ser querido, de manera solitaria o en compañía de otros seres cercanos con la ayuda de plataformas virtuales. Estos homenajes pueden incluir imágenes, fotos, videos, música, cantos, velas o los elementos que les hagan sentido a cada uno para rendir su tributo. 

2. Es importante mantener una rutina básica de autocuidado, poniendo especial atención a nuestros ciclos de sueño y apetito, los cuales son los primeros que tienden a complicarse durante un proceso de duelo. 

3. Expresar nuestras emociones y miedos. La expresión emocional es esencial durante un proceso de duelo. Esto lo podemos hacer en compañía de otros de confianza a través de las plataformas virtuales o en compañía de nosotros mismos, a través del llanto, la escritura, las distintas expresiones artísticas, o cualquier actividad que nos ayude a conectar y expresar.4. Aceptar que no será un proceso del todo fácil y permitirnos vivirlo desde nuestra singularidad. Cada persona tiene distintas formas y ritmos al  vivir un proceso de duelo. Presionarnos a estar bien rápidamente solo generará más angustia y ansiedad. Se recomienda vivir este proceso de altos y bajos con amabilidad y comprensión, entendiendo que damos lo mejor de nosotros día a día.

Si sientes que este proceso está afectando distintas áreas de tu vida, no dudes en consultar con un profesional.

Autoras: Psicólogas Gabriela Guzman y Consuelo Trujillo.

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